domingo, 3 de junio de 2012

Tu ausencia.



Quizá fue una hecatombe de esperanza, un derrumbe de algún modo previsto, ya...pero mi tristeza
solo tuvo un sentido. Todas mis intuiciones se asomaron para verme sufrir y por cierto...bebieron.
Hasta aquí ha acabado mi trayecto contigo, hasta aquí había apostado a inventar la verdad,
pero encontraste una manera, esa manera tierna y a la vez implacable de desahuciar mi amor,
con un solo pronóstico lo abandonaste de los suburbios de tu vida posible, lo envolviste en nostalgias,
lo guardaste en un rincón despacito, sin que el aire nocturno lo advirtiera...ahí lo dejaste, a solas
con su suerte que no es mucha. Creo que tenías razón, la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos ni del tiempo. Hace mucho, muchísimo, que yo no me enfrentaba como
anoche al espejo y fue implacable como tú, más no fue tierno, ahora estoy solo, francamente solo y
siempre cuesta un poquito empezar a sentirse desgraciado, antes de regresar a mi cuarto frío como
el invierno por tu ausencia, con los ojos bien secos, por si acaso miro como te vas adentrando en la
niebla...y es cuando entonces empiezo a recordarte.